Panamá reabría el lunes de forma limitada barberías, salones de belleza y las ventas minoristas y de automóviles en un esfuerzo por reactivar la economía, afectada por una prolongada y cuestionada cuarentena que no ha logrado bajar el alto número de contagios de coronavirus.

La reapertura, que incluye también proyectos de construcción públicos y privados en fases avanzadas, se da en medio de llamados de las autoridades de salud a que se usen adecuadamente las mascarillas y se guarde el distanciamiento social ante la posibilidad de que la presencia de más personas en las calles dispare las infecciones.

Los expertos en salud consideran que el país de 4,5 millones de habitantes no aguanta más el largo confinamiento que en el caso de las provincias de Panamá, incluida la capital, y la contigua Panamá Oeste -con la mayor cantidad de casos de COVID-19 y decesos- alcanza casi los cinco meses.

Por otra parte, muchos ponen en duda que la cuarentena se esté cumpliendo en la práctica, con los aproximadamente 600.000 salvoconductos otorgados por las autoridades para transitar en las calles que se traducen en embotellamiento de autos. Mucha gente, entre ellos altos funcionarios, también burlan las restricciones yendo a la playa o haciendo fiestas numerosas en sus casas.

Los expertos señalaron que si bien el número de contagios se mantiene alto -un promedio diario de 1.000 o un porcentaje de positividad en las pruebas superior al 30%- en las últimas semanas se ha observado una estabilización en los casos y una ligera reducción en las defunciones.

Panamá, que hasta hace poco más de cinco años era el país con más rápido crecimiento en Latinoamérica, sufriría una caída de entre 2% y 4% de su Producto Interno Bruto con un fuerte incremento del desempleo en 2020, según analistas.

Hasta el domingo Panamá acumulaba casi 82.000 contagios y 1.767 decesos por COVID-19.