La difusión de imágenes y videos a través de las redes sociales se ha convertido en una fuente para detectar delitos y en este caso, procesar a quienes los cometan, pese a que haya la creencia de se trata de una especie de gracia o que por tratarse de hechos “virtuales”, no van a tener una resonancia más allá de la ocurrencia en ese plano.